viernes, 8 de abril de 2011

TECNOLOGÍA Y CLASE

¿Sin la presencia del docente no hay clase?


¡No hay clase! es una frase corrientemente pronunciada por estudiantes cuando el profesor no asiste y sin su presencia es imposible que la reciban en el modelo tradicional.



Una ausencia del docente puede deberse a una suspensión oficial, a un estado de enfermedad o a una tardanza suya que dio lugar a que los estudiantes se marcharan.



La Uasd y la tecnología



Las contradicciones pasadas propias a su naturaleza que sucedieron en la Universidad Autónoma de Santo Domingo hace que muchos la consideren como una universidad donde el estudiante le es difícil estudiar y trabajar a la vez.


Afortunadamente, muchos docentes de la Primada de América están capacitados y otros en proceso dominando y experimentando la plataforma Moodle y las herramientas.


La capacitación del maestro en el dominio y experimentación de la tecnología apunta hacia una Universidad de la Web 2.0 que aseguraría evitar la reproducción de la frase ¡No hay clase!


Ya muchos docentes tienen materiales como textos e imágenes de sus asignaturas subidos en la red y aplican las herramientas como chat, correo, presentaciones, foros, wiki, Google docs a la educación.




Clase y material didáctico



Preguntar ¿Qué es una clase? tendría muchas respuestas, pero para no herir sensibilidades me voy directamente a la sugerencia de no confundirla con la unidad didáctica, o con el dictado de algunos docentes que apuestan a su jubilación antes de vérselas usando plataforma y herramientas de la Web 2.0 en sus actividades docentes.


En todo caso, la idea de escribir la clase y el material didáctico correspondiente a cada unidad del programa, sería un ejercicio indispensable para lograr la integración de los ejes de la investigación, la docencia y la extensión que constituyen la Universidad Autónoma de Santo Domingo.


Las herramientas de la Web 2.0 no dan lugar a las clases magistrales que están centradas en el docente en una relación vertical con el alumno, salvo para el invitado a presentar una charla abierta.


Valga la redundancia, con el uso de las herramientas de las Tics, no tiene lugar la expresión ¡No hay clase!



Más lectura y escritura



La modalidad virtual lleva a los docentes a escribir, afinando sus destrezas de redacción y leer más y en similar proporción también sus alumnos.


Las autoridades administrativas cuentan con herramientas y recursos para cuidar que siempre haya clase, salvo durante el período natural de descanso.



Las clases hay que escribirlas



La clase no escrita no puede ser conocida ¿Cómo podría un profesor ayudante suplir la clase de un maestro que no la haya escrito? En tal circunstancia, el profesor ayudante deberá valerse de la improvisación, con lo cual no podría hablarse de calidad de enseñanza.



El Director de la Escuela



Acontece que cuando se debe sustituir un docente, el Director de la Escuela está limitado a avisar la sustitución porque el profesor a cargo de la asignatura no tiene la clase correspondiente planificada.


La entrega del programa bastaría cuando la clase está concentrada en el docente, la relación con el alumno es vertical, unidireccional, y su estilo magistral y la oferta un dictado, entonces tenemos configurada una imagen aproximada al personaje de Chapulín Colorado a quien le sobra astucia y autosuficiencia.



¿Son necesarios los profesores ayudantes?



La tecnología provoca el sistema administrativo hasta el punto de proponer la curiosa indagación de saber si los profesores ayudantes son necesarios. En Mi Opinión, la tecnología llama indistintamente al docente y su ayudante contenedista y tutor, respectivamente.


De forma, que el contenedista escribe la clase y el material didáctico y el otro sirve de guía a los alumnos para conocer de esos materiales.



Conclusiones



La tecnología no permite la expresión ¡no hay clase!, promueve la escritura, demanda del docente planificar la clase, subirla y dejarla disponible para consumo de los alumnos, se evita la improvisación del profesor ayudante, cuestiona su necesidad al estilo convencional, el docente principal elabora los materiales y el tutor le sirve de guía, o uno sólo podría hacer ambas cosas, según política y presupuesto.


Hasta luego.